viernes, 30 de septiembre de 2016

Espaguetis finos con pollo y gambas

¡Pónganse de acuerdo! No hablamos de los políticos, esos ya nos dan igual, nos referimos a los científicos e investigadores que publican unos trabajos que nos desconciertan. Esta semana un equipo de la Universidad de Copenhague ha concluido que una dieta rica en queso podría ser buena para la salud. Además el queso no tiene porque ser bajo en grasas. ¿Alguien se lo cree? Llegan a la conclusión que el comer queso no hace que aumente el colesterol malo, mientras que el bueno se mantiene o aumenta ligeramente. Pero por si fuera poco, también se asevera que el queso ayuda a aumentar las bacterias intestinales que aceleran el metabolismo con lo cual se baja peso. ¡Ver para creer! Toda la vida pensando que el queso había que tomarlo con precaución, sobre todo los grasos, y ahora resulta que es hasta bueno. ¿Qué toca ahora? ¿Pegarnos un atracón de quesos curados, gruyere, Idiazabal, Roquefort... hasta recuperar el tiempo perdido? La verdad es que no sería mala idea, pero cuidado ¿no será que este estudio está financiado por la industria quesera danesa? Al final te hacen pensar mal. Como siempre los que no tenemos ni idea de medicina o de nutrición estamos "vendidos", ¿a quién creer? No estaría de más que cuando se publicaran estas investigaciones se dijera quién hay detrás de ellas, si es que hay alguien. Cualquier día nos podrían decir que la panceta no engorda, o que se pueden comer tres huevos al día sin problemas, o que las bebidas-refrescos azucarados son buenos para el colesterol... Cuando se hable de temas de nutrición debemos exigir rigor y credibilidad. 

Donde no hay trampa ni cartón es en la receta que hoy os proponemos, unos espaguetis con pollo y gambas con un toque de restaurante chino. Buenísimos.

Ingredientes: Espaguetis, pechuga de pollo, gambas, cebolla tierna, pimiento rojo, pimiento verde, un ajo, una o dos guindillas y salsa de soja.

Como siempre falta un ingrediente en la foto, hoy es el ajo
Primero. Vamos a sofreir en una sartén las gambas con muy poco aceite y con dos guindillas pequeñitas. Lo ideal sería hacerlo en un wok pero como no tenemos utilizamos la sartén de toda la vida. Cuando estén casi hechas las retiramos y en el mismo aceite sofreimos el pollo cortado a tiras con un ajo laminado. Si no queréis que esté muy picante, retirad las guindillas antes de añadir el pollo.

El aceite y las guindillas








Las gambas están espectaculares




El pollo y el ajo laminado










Segundo. Mientras el pollo se hace, cortamos las verduras en trozos no muy pequeños, pero no muy grandes. Los pimientos igual. Cuando el pollo ya esté también lo reservamos. Añadimos a la sartén primero la cebolla y pasados unos minutos los trozos de pimiento. Durante todo el tiempo lo vamos removiendo haciéndonos a la idea de que tenemos un wok. El objetivo es que la verdura no quede blanda.


Primero la cebolla
La verdura no tiene que quedar blanda











Tercero. Mientras esto sucede, en una cazuela habremos puesto el agua a hervir. La idea es que coincida el final del sofrito con el momento en que la pasta esté en su punto (seguid las instrucciones del fabricante). Así, sin necesidad de enfriar la pasta conseguiremos que todo tenga la misma temperatura.




Nos hemos adelantado un poco

Cuarto. Volvemos a las verduras, es el momento de añadir las gambas y el pollo. También añadimos dos cucharadas de la salsa de soja. Removemos todo durante un minuto.


La foto está movida porque estamos dando unos meneos a la sartén

Quinto. Escurrimos la pasta y la volcamos en la sartén. Removemos y servimos. A comer.


Queda algo parecido a esto. En este caso una ración
para comer al día siguiente

Como habéis visto no es nada complicado. El resultado es muy bueno. La clave está en elegir un espagueti que no sea muy grueso, aunque cada uno debe utilizar el que más le guste. Probad novatos.

Hasta la próxima.



viernes, 23 de septiembre de 2016

Arroz chino delicioso

Nos han copiado la idea. Increíble, pero cierto. En varias ciudades del mundo los responsables de la sanidad pública catalogan los restaurantes en función de diversas variables que van desde la forma en que se manipulan los alimentos hasta el control de las plagas, pasando por la higiene de los empleados, el de los utensilios, etc.  Estos inspectores de sanidad, en base a unos parámetros,  conceden una categoría al local que se refleja en un cartel colocado en la puerta, en la calle, para que desde la acera sea fácilmente visible. En Nueva York la letra A se otorga a los “más limpios”, mientras que la C a los “más guarros”. Según dicen, el hecho de tener la letra A supone una mayor presencia de clientes. En otras ciudades del mundo también se utiliza un sistema similar que permite a los comensales decidirse a entrar o no, o hacerse una idea de lo que se van a encontrar.

En uno de los múltiples programas de televisión que se emiten sobre viajes pudimos ver cómo esta clasificación de letras era utilizada en varias ciudades de China. Resultaba curioso ver puestos de comida en mercados con una letra “occidental” en su puerta. Eso sí, las imágenes que mostraron de los locales “agraciados” con la letra C  eran para echar a correr. No hacía falta ninguna letra para pasar de largo. Pero ¿qué pasaría si esta normativa se impusiera en España? Muchos, queremos pensar, tendrían la letra A, pero también nos tememos que un gran número lucirían la X, la Y o la Z. Y en algunos los inspectores de sanidad no serían capaces de atravesar la puerta. Hay antros que asustan, y sin embargo la gente va. Misterios de la vida.

Hoy donde no hay ningún misterio alguno es en la receta que os vamos a proponer, el arroz chino tres delicias o como queráis llamarle. Hay cuatro formas habituales de "prepararlo":

1º  Llamáis a un restaurante chino y que os lo lleven a casa.
2º  Bajáis a un restaurante chino y os lo subís vosotros a casa.
3º  Vais al supermercado y compráis una bolsa de arroz congelado. Lo ponéis al microondas, o a la sartén y listo.
4º Seguís esta receta que os proponemos, o cualquier otra que esté en internet y os lo curráis un poco. Es más costoso, pero el resultado no tiene nada que ver.

Ingredientes. Arroz, huevo, gambas, guisantes, zanahoria, jamón york, brotes germinados y salsa de soja.

Sólo falta el jamón york
Primero. Vamos a preparar el arroz blanco. Ningún secreto, que no os mareen. Agua hirviendo con un poco de sal y aceite. Echamos el arroz. Lo vamos probando y cuando esté a nuestro gusto lo retiramos, lo colamos y lo enfriamos bajo del chorro del grifo. Reservamos. Mientras hemos preparado una tortilla francesa.

El arroz debe reposar
A la vez preparamos el arroz y la tortilla

La tortilla la trocearemos a cubitos





















Segundo. Ponemos la zanahoria pelada a hervir. Sin que acabe de ponerse blanda la retiraremos del agua y la cortaremos a cubitos (esperad a que enfríe u os quemaréis). 


La zanahoria ya cortada con los guisantes que han
 salido directamente de la lata


Ya ha aparecido el jamón york

Tercero. Una vez las gambas (hemos comprado gambitas peladas congeladas) estén descongeladas, las pondremos en una sartén  con poco fuego. Cuando estén casi hechas añadiremos a la paella el resto de ingredientes. Primero los brotes germinados, con la zanahoria y los guisantes. Es el momento de añadir un chorrito, o una cucharada de la salsa de soja.






Cuarto. Vamos a incorporar el arroz, la tortilla y el jamón york. Unas vueltas para que el arroz se sofría un poquito, rectificamos de sal y ya está.

Lo vais probando hasta que quede a vuestro gusto
En esta ocasión ni lo emplatamos. Directamente a la fiambrera, a la nevera (cuando enfríe) y al día siguiente a la oficina. Comida completa, sana, fácilmente transportable.



Es trabajo, la verdad, pero queda muy bien y está exquisito. Pero si aún no os atrevéis, en la zona de refrigerado-congelado de los supermercados tenéis una gran variedad. 

Hasta la próxima

viernes, 16 de septiembre de 2016

Croquetas de pollo a l'ast reciclado

¡No cabe ni un alma! Tremendo el número de extranjeros que nos han visitado este verano. Una auténtica burrada. Parece que a los turistas, igual que a los nacionales, les importa muy poco la falta de gobierno. Mientras haya sol (y eso aún no depende de la voluntad del Congreso) seguirán viniendo en masa a quemarse en nuestras playas, a beber barato sin importarles lo que se tragan y a comer pseudo-paellas. Hasta ahora el tema estaba controlado pero en los últimos meses comienza a haber problemas para clavar la sombrilla en la arena, a los jubilados les ha salido competencia y por mucho que madruguen ya hay alguien que les ha ocupado “su” primera línea de playa. ¡Pero cómo se atreven! ¡Sacrilegio! En muchas localidades las autoridades han tenido que poner orden prohibiendo la entrada a la playa con las sillas, tumbonas… hasta que no den las nueve de la mañana. Además se mide con metro, no a ojo, la distancia mínima que se debe mantener entre las sombrillas y la orilla del mar. Si la cosa sigue así que a nadie le extrañe que el próximo verano nos encontremos con playas en las que haya que pagar para poder entrar. Eso sí, los ayuntamientos dirán que es una medida para prevenir accidentes, tumultos, para mejorar los servicios, etc. Y lo que es peor, la gente tragará.  ¿No hemos “aceptado” e incluso ya vemos normal la zona azul para aparcar, los copagos sanitarios, las tasas judiciales, el impuesto al sol (a la energía solar)…? “Cocina para novatos” tiene claro que cuando un Ayuntamiento de el primer paso y haga pagar por entrar en una playa serán multitud los que le imitaran. Ojala nos equivoquemos, pero el rumor ha comenzado a circular. 

Pues por si acaso, vamos a empezar a ahorrar, para ello reciclaremos una pechuga de pollo asado y la convertiremos en unas magníficas croquetas de pollo a l'ast. 

Ingredientes: Pollo a l'ast sobrado (en este caso la pechuga), cebolla, harina maicena, jamón, nata ligera de cocina, pan rallado y huevo.

Primero. Si queréis que las croquetas tengan verdadero sabor a pollo a l'ast utilizamos para sofreir la cebolla troceada el propio aceite-grasa que venía con el pollo. Mientras la cebolla se va haciendo poco a poco, cortamos el pollo en trozos pequeños (a gusto del consumidor).


La cebolla friéndose con el aceite del pollo
La pechuga del pollo
El pollo troceado








Segundo. Cuando la cebolla esté casi transparente, añadimos los taquitos de jamón y poco después la cucharada de maicena. Damos unas vueltas para que se haga una pastita. En esta ocasión como teníamos más "caldo" del pollo a l'ast, también lo hemos añadido. Quedarán muy fuertes, lo sabemos. Pero estarán buenas.


Añadimos la harina y damos unas vueltas.

La cebolla y el jamón


Tercero. Es el momento de añadir la nata de cocinar y el pollo troceado. A dar vueltas sin parar. Ahora es cuando debéis sacar partido a las muchas horas de gimnasio.

También podríais usar leche
 normal y corriente
Remover y remover sin parar
















Cuarto. Cuando la pasta quede suficientemente sólida y manejable la retiramos del fuego y esperamos a que se enfríe, si es posible en la nevera, así luego será mucho más fácil de moldear.

Ya se podría comer sin problemas

Quinto. Unas horas en el frigorífico y empezamos a trabajar la plastilina. El resultado final dependerá de vuestra habilidad. Ponemos a calentar el aceite. Mientras batimos un huevo. El sistema es: pasar las croquetas por el huevo, luego por el pan rallado, luego al fuego y luego dejar que pierdan el aceite sobrante sobre un papel de cocina.

Las croquetas ya parecen algo

Aceite de oliva o de semillas, a vuestro gusto 

El resultado final son unas croquetas con sabor a pollo a l'ast, un sabor fuerte que encanta a todo el mundo. Probadlas están de muerte.

No sobró ni una
Hasta la próxima.