domingo, 26 de junio de 2016

Macarrones con salsa de quesos

¡Se acaba el mundo! El Brexit ha ganado. Si hacemos caso a las informaciones periodísticas y a las opiniones de los tertulianos (esos que igual hablan de los morros de la Esteban que de la bolsa de Tokio) las consecuencias serán terribles para el resto de países europeos. De momento "Cocina para novatos todavía" no ha notado ningún cambio, ya veremos. Sí que hay coincidencia en afirmar que el turismo español se verá afectado pues la devaluación de la libra provocará que a los ingleses les resulte más caro viajar al extranjero. Eso es un hecho. Pero, como se decía antes, por una regla de tres, entonces los españoles que viajen a Gran Bretaña saldrán beneficiados. Se supone que lo que perjudica a unos, beneficia a otros. Así debería ser pero mucho nos tememos que a los que tengan la suerte de ir este verano a Londres, Edimburgo, Liverpool,... todo les resultará igual de caro. Al tiempo.

En la cocina, llegados al extremo de que Gran Bretaña efectivamente quede proscrita de los beneficios de pertenecer a Europa, perdón, a la Comunidad Europea, tampoco es para rasgarse las vestiduras. Si por algo es conocida mundialmente su cocina es precisamente por ser desconocida. O si no haced la prueba: rápidamente, decid el nombre de dos platos típicos ingleses. Tiempo. ¿Nada, no?. 

Hoy tocaría poner una receta británica, unos Fish and chips, o unas judías con tomate, o unos muffins, pero nosotros a lo nuestro, a lo fácil con final feliz. O sea, pasta de macarrones con salsa de queso parmesano y mozzarella. Magníficos.

Ingredientes. Macarrones (o cualquier pasta que tengáis a mano), mantequilla, queso parmesano rallado, mozzarella, pimienta, ajo en polvo, nata, champiñones y bacon.

El queso lo hemos rallado nosotros. Estamos trabajadores


Primero. En la cazuela ponemos un poco de mantequilla a fundir. Añadimos la nata y comenzamos a remover para que coja temperatura. Ponemos una cucharadita de ajo en polvo y un poco de pimienta. Cuando esté caliente, no tiene porqué hervir, echamos el queso parmesano (cuánto más pongáis, más fuerte será el sabor final de la salsa), y seguimos dando vuelta.  Seguimos dando vueltas. 


La mantequilla
La nata













El ajo y la pimienta
A dar vueltas

Es el momento de añadir el parmesano

Segundo. Cuando veáis que el parmesano ya está totalmente integrado a la nata, cosa que notaréis tanto por la vista como por el dolor del brazo, es el momento de añadir el queso mozarella. Seguimos moviendo.


Cuando añadáis la mozzarella y le deis vueltas,
quedará como una crema. Así debe ser

Tercero. En una olla habréis puesto la pasta a hervir. Siguiendo las instrucciones del fabricante os habrá quedado perfecta. Limpiamos los champiñones, los cortamos a cuartos y al fuego. El bacon al gusto.

La pasta, una ración
Con poco aceite











Cuarto. Montamos el plato. Removemos los macarrones dentro de la cazuela de la salsa. Servimos una ración, luego le añadimos a moto de toppins los champiñones y el bacon. Magnífica salsa. Atreveos. Queda genial.

Le falta el orégano y a comer

Hasta la próxima



sábado, 18 de junio de 2016

Sepia encebollada

¿Se puede patentar una receta? Pregunto. Si algún cocinero crea un plato puede acudir a algún registro de marcas o patentes e inscribirlo a su nombre y así poder a percibir los derechos de autor. Si nos fiamos de lo que circula por Google, sí que es posible. ¿Dónde? Donde va a ser, en los EEUU. Eso sí, debe reunir una serie de requisitos muy estrictos que determinen su originalidad y demostrar que no ha sido copiada. Después ya puedes venderla. 

La verdad es que ya sólo faltaría que apareciera alguien por ahí y nos dijera que debemos de pagar por hacer unos huevos fritos con patatas, o que debes pagar por preparar unos canelones. ¡Lo que se hubiera forrado el que patentara la paella, o el gazpacho, o la tortilla de patatas!. No, no y no; hasta la propiedad intelectual debe tener sus límites. Y lo digo a cuento de un tema que no tiene nada que ver con la cocina. Cierto es que los laboratorios gastan cantidades ingentes de dinero en investigación y desarrollo de nuevos fármacos para combatir enfermedades y por ello tienen todo el derecho del mundo a obtener unos beneficios. Eso es incuestionable. Lo que debería hacerse es encontrar un punto intermedio en el que las multinacionales obtuvieran una justa ganancia y a la vez el precio de los productos fuera asequible para los más necesitados. ¿Qué pensaríais si el inventor de la pizza pretendiera cobrarnos una fortuna? Pues nos decantaríamos por otra comida, el problema es que a veces no es posible elegir otro medicamento.

La receta de hoy no se sabe quién la inventó pero sí sabemos que es fácil de elaborar y queda genial. Sepia encebollada. Sólo con el nombre ya se adivinan los ingredientes: sepia, cebolla, pimienta, laurel y vino blanco.

Los ingredientes estrella
La cebolla cortada así



La sepia a tacos



















Primero. Troceamos la sepia y la sofreimos en aceite de oliva, cuando está casi hecha la reservamos. 

En el momento de echar al fuego
Unos minutos después











Segundo. En el mismo aceite añadimos la cebolla, una hoja de laurel y unos granos de pimienta. Dejamos que dore a fuego lento (seguimos sin decir que "poche").

La cebolla reducirá mucho

Tercero. Cuando veamos que la cebolla se ha ablandado, volvemos a añadir la sepia y le ponemos un "chorrito" de vino blanco. Dejamos unos minutos más al fuego y ya está.


El "líquido" debe consumirse casi todo

A servir y a comer. Novatos, ¿qué problema hay en preparar esta receta?. Si lo hacéis que sepáis que no estáis pirateando. 

A ver quién inventa un programa informático
que pueda transmitir olores


Hasta la próxima.

sábado, 11 de junio de 2016

Pollo al limón

¡Van a odiar la comida!  ¿A qué viene esto? Pues sencillamente que el otro día "Cocina para Novatos" pudo percatarse "en persona" de lo nefasta que es la comida que sirve un colegio a sus alumnos. La empresa contratada por la escuela, un catering, podría dedicarse tanto a preparar mortero para las obras como menús infantiles, el resultado final tiene la misma textura y supongo que sabor. Sobre el papel todo es correcto: verduras, merluza, arroz, fruta... Pero luego la realidad es bien distinta: Servida sin gracia alguna, sin temperatura, sin sabor a nada, raciones de risa, fruta o súper-pasada o súper-verde... Pero lo más grave, es que hablas con otros padres de otros colegios, y más de lo mismo. Todos coinciden. Y si esto es así ¿por qué se consiente? ¿por qué se ha acabado con las cocinas de los colegios? ¿hay algún interés económico que se nos escapa?. Antes los que nos quedábamos a comer en los colegios odiábamos un día por algo, bien por las acelgas, el pescado..., pero eran muchos más los días en los que sí se podía se repetía. Incluso se esperaba con ganas el día de la paella, o el del arroz al horno, pero ahora esto es impensable. Como prueba tan sólo recordad cuántos profesores se quedaban a comer (casi todos) y ahora si podéis averiguad cuántos lo hacen. La mayoría o comen fuera, o se llevan el tupper.

Además, por si fuera poco, los precios tampoco son baratos. Al contrario. Luego te explican que también hay que pagar a los monitores, las extraescolares, etc. Tonterías. No hace falta ser mal pensado para adivinar que detrás del cambio que pertrecharon todas las Comunidades Autónomas hace ya más de cinco años únicamente se escondía un interés económico. Viendo lo que comen los chavales, ¿qué sentido tiene después que los profesores intenten explicar la pirámide alimentaria, la necesidad de comer 5 piezas de frutas y verduras al día, la importancia de los cereales...? Primero dadles un huevo frito que caiga al suelo y no rebote hasta el techo y luego ya veréis como no se odia todo lo relacionado con la comida y es más fácil enseñar buenos hábitos alimentarios. 

Como prueba de que comer bien puede ser fácil y barato os proponemos la siguiente receta: pollo al limón. Al horno con especias y ya está. 

Ingredientes. Para los más seguidores,  hoy no vamos a utilizar ni cebolla, ni tomate. Pollo, en esta ocasión muslos (ahora llamados muslitos), alas, (ahora llamadas alitas), orégano, romero, pimienta, ajo en polvo, vino blanco, tomillo, aceite  y medio limón.


Como siempre, falta el aceite

Primero. Limpiamos el pollo porque sí,  mucha bandejita de plástico mucho papel absorvente, pero algunas veces se encuentran más plumas que en un edredón.  Espolvoreamos la carne con el romero, el orégano, la pimienta molida, el ajo en polvo (si queréis cambiadlo por unos dientes). 




Segundo. Escurrimos el medio limón y lo mezclamos con la carne. Unos "restregones" para que todo se reparta bien. Un buen chorro de aceite y al horno. Lo habremos calentado a 200 grados. 



Ni que decir tiene que el horno lo habremos precalentado antes de meter el pollo.






Tercero. Lo tendremos aproximádamente 30 ó 35 minutos. Lo sacamos, le damos unas vueltas y añadimos el vino blanco, un vasito pequeño.


Tiene buena pinta, la cosa va bien. Otra vez para dentro

Cuarto. Esperamos otra media hora larga y ya está. De un día para otro puede guardarse sin problemas. Acompañado con patatas, o guisantes, o incluso arroz tendréis un plato ideal para meter en el tupper. Seguro que mejor y más barato que el menú que comerán los escolares.

De nuevo al horno. 35 minutos y se acabó

Este es el resultado final. Magnífico.

Ha sobrado salsa por si alguien quiere mojar. Animaros novatos, es sencillo y está riquísimo.

Hasta la próxima.

sábado, 4 de junio de 2016

Supercroqueta de merluza, jamón y gambas

¡Qué barato viajan! No estamos hablando de los viajes del Imserso, sino de las frutas y otros productos que encontramos en la mayoría de los supermercados. Si podéis ver la procedencia, por ejemplo, de las manzanas, os sorprenderá que muchas de ellas vienen de Sudamérica. Sí, han cruzado el Atlántico, miles de kilómetros para acabar siendo vendidas a poco más de un euro por kilo. ¿Cómo es posible? Esta realidad nos abre muchas incógnitas:

. ¿Por qué hay que acudir a comprarlas tan lejos cuando en España se han abandonado las tierras de cultivo?
. ¿Cuál es el coste en "contaminación" que supone su transporte?
. ¿A cuánto se le comprará el producto en origen?
. ¿Qué sueldos de miseria deberán pagarse a los trabajadores para que la fruta sea tan "barata" en Europa?
. ¿Cómo se conserva técnicamente tan bien -del sabor mejor no hablar-?

La globalización ha llegado para quedarse pero en la cocina, y en general los alimentos, no todo es positivo. Está claro que ahora tenemos acceso a todo tipo de productos pero no menos cierto es que las grandes multinacionales de la alimentación están marcando qué producir, dónde hacerlo y a qué precios sin importarles demasiado las condiciones ambientales, salariales e incluso las sanitarias.

Cambiando de tema totalmente, hoy os proponemos unas croquetas de merluza con taquitos de jamón y gambas. Un auténtico manjar.

Ingredientes: Merluza, un par de gambas rojas, unos taquitos de jamón cortados pequeños, cebolla, huevo, pan rallado y aceite.

En principio con dos gambas hay suficiente



Primero. Preparamos el caldo base para la bechamel, para ello pelamos las gambas y en una olla ponemos la merluza (en este caso tres trozos de una bolsa) las pieles y las cabezas de las gambas, una hoja de laurel y unos granos de pimienta. Al fuego unos minutos. Colamos el caldo y lo reservamos. La merluza la troceamos. 

Las pieles de las gambas
darán color y sabor
Cuanta más merluza, más
 croquetas






El caldo en ebullición
El caldo ya colado


Segundo. Sofreímos las gambas (la molla) las cortamos y las mezclamos con la merluza troceada (la del caldo) y los taquitos de jamón.



Queremos que se "note" la merluza por eso no la picamos

Tercero. Picamos fina media cebolla y sofreímos. Cuando esté dorada añadimos la harina (un par de cucharadas). Removemos un minuto y ya empezamos a agregar el caldo dando vueltas todo el tiempo (es un poco "coñazo").

La cebolla es fundamental
La harina se hará una pasta


El caldo lo añadiremos poco a poco

Cuarto. Cuando la harina ya esté totalmente disuelta es el momento de echar la mezcla de merluza y jamón. Y a dar vueltas. Cuando os canséis, parad. La sacáis del fuego y cuando enfría a la nevera para que luego sea más fácil de manejar.


Las gambas le han dado un color rojizo-rosado

Quinto. Después de que la masa ha enfriado totalmente, vamos a elaborar las croquetas. Les damos la forma que queramos o podamos, las pasamos por huevo batido, pan rayado y al fuego (debe estar caliente). Y ya está. 

El huevo, el pan y la masa

Pasadas por el huevo
Rebozadas en pan y friendo


Pinta y sabor magnífico

Novatos, animaros, parece complicado pero es fácil, sólo hay que tener paciencia. Si ni eso tenéis os quedan dos opciones: comprarlas hechas congeladas y freírlas; o volver a casa de vuestra madre. Siempre nos quedará el tupper.

Hasta la próxima.