¡Qué peste hace la ropa! Acordaros, esta era la primera frase que solíamos articular un domingo por la mañana después de que la noche anterior hubiéramos ido a cenar y luego a tomar una copa (o dos, o tres, o...). Esto se acabó con la ley que prohibe fumar en los locales cerrados. ¡Cuánta polvareda levantó esta norma para acabar finalmente siendo una de las leyes mejor aceptadas por todo el mundo!.
Esta prohibición tuvo consecuencias muy directas. La gran mayoría positivas, pero también alguna negativa. ¿Quién no ha pensado alguna vez que es mejor el olor a tabaco que la peste a fritanga de algunos locales? o ¿quién después de comer en un bar no tiene la sensación de que la ropa ha estado sumergida en aceite de freidora?. Pese a ello, y no nos desviemos del tema, las ventajas han sido muy superiores a los inconvenientes. Una vez más el sector de la hostelería ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos para no dejar "tirados" a los fumadores. En un primer momento la mayoría de locales "sacaron" una especie de mesitas a la puerta de los establecimientos, allí se juntaban los fumadores entre plato y plato.¡¿No pueden aguantar una comida entera sin salir a fumar?! Después ha llegado la "moda" de las terrazas prefabricadas que se instalan en medio de las calles. No en las aceras, ¡en la propia calle!.
Estas terrazas artificiales de gustos estéticos más que discutibles de las que ya hablaremos en otra ocasión, comenzaron siendo utilizadas para el aperitivo, el almuerzo, o para tomar una cervecita y poco más, pero ahora hasta los restaurantes las empiezan a instalar. Ante esta moda que "Cocina para novatos" desea que sea pasajera, la más absoluta OPOSICIÓN. No, no y no, y otra vez no. Señores, comer en un restaurante, debe ser algo más que engullir. ¿Qué gracia tiene comer un plato de paella junto a un contenedor de basura? ¿No os da asco comer una lasaña junto a un perro haciendo sus necesidades?, nunca habéis pensado lo cerca que estáis de los coches ¿y si no frenan a tiempo?; y qué me decís cuando el dueño del perro coge con la mano (con un plástico evidentemente) el excremento de su mascota y abre el contenedor y lo arroja dentro. Con estas escenas tan habituales que podéis presenciar desde las terrazas artificiales ¿no se os van las ganas de comer?. Comer en la calle, en una terraza bien acondicionada, en alguna ocasión puede ser hasta agradable, pero de ahí a hacerlo en un tablao de dos metros cuadrados junto a un semáforo, un perro, un contenedor, el humo de los coches... hay un trecho que "Cocina para novatos" no está dispuesta a recorrer.
Bueno, vamos a tranquilizarnos preparando un plato muy pero que muy sencillo. Vamos a cocinar varios tipos de napolitanas.
Los ingredientes serán una lámina de hojaldre, para las saladas: queso, sobrasada y jamón york; y para las dulces: chocolate o Nocilla.
Primero: Cortamos la lámina de hojaldre en cuatro partes. (Parece que esté hecho adrede, pero de una hoja, salen cuatro napolitanas perfectas). Comenzamos con las saladas: Pinchamos en la parte de la napolitana que irá bajo, ponemos sobrasada, queso y jamón de york.
A la de arriba le falta el queso y la de bajo de momento sólo tiene la sobrasada |
Con un tenedor o similar podéis precintar la napolitana |
Tercero: Vamos con las dulces. Una de chocolate y otra de Nocilla; para probar a ver cuál os gusta más.
Una vez más comprobáis que en "Cocina para novatos" el diseño y la técnica no es lo nuestro |
Cuarto: Las pintáis con el huevo que os ha sobrado del pegamento y al horno 20 minutos. El tiempo y la temperatura dependerá de la marca de hojaldre que uséis. En el paquete estará indicado. En la de chocolate, hemos espolvoreado por encima, antes de poner en el horno, unos pequeñitos trozos de chocolate.
Aún no están pintadas |
Es o no es fácil de hacer |
Hasta la próxima. Eso sí, no será en una terraza prefabricada. Bueno Lola, para una cervecita se acepta.